*Estelle* Gabe por fin había podido organizar una reunión del consejo con los líderes de las otras manadas de la zona. Llevaba semanas intentando que todos se tomaran en serio la actividad de los rebeldes. No fue hasta que se violaron las fronteras de otro territorio que parecieron dispuestos a esc
"Cada vez era más difícil alimentar a todos. Al final, se fue más gente. Así pasó una década, en la que a duras penas aguantábamos. Charles parecía contento de seguir sobreviviendo, pero Gabe no. Era sólo un niño, pero muy testarudo. Cuando un grupo de pícaros entró en nuestro territorio, Gabe contr
*Estelle* Me desperté con los brazos de Gabe a mi alrededor. Se estaba convirtiendo rápidamente en mi forma favorita de despertarme. Me arrimé a su pecho y sonreí. Val y yo casi habíamos recorrido todos los registros familiares y seguíamos sin encontrar ninguna referencia a un lobo rojo. Era desco
"Muévete más rápido", solté. "Por favor." "Buena chica", dijo. Me mordió ligeramente el hombro y luego se enderezó. Me agarró por las caderas y me penetró de golpe. Grité cuando se apartó y volvió a penetrarme antes de marcar un ritmo enérgico. Una retahíla de gemidos y quejidos mortificantes salí
*Estelle* Val y yo habíamos hecho una pausa para almorzar. Estábamos sentados uno frente al otro en dos sillones de felpa en la biblioteca y comíamos los bocadillos que Lucky había tenido la amabilidad de traernos. Era un buen descanso. La mañana había vuelto a ser infructuosa. Sólo nos quedaban u
Eso llamó mi atención. Me incorporé y observé el lenguaje corporal de Val. Val parecía mucho más relajado que Gabe, pero cuanto más lo conocía, más claro me quedaba que Val era igual de bueno ocultando sus emociones. Sólo que normalmente lo hacía detrás de una sonrisa y no con el ceño fruncido. "¿P
*Estelle* Hacía días que apenas veía a Gabe. Había estado tan ocupado lidiando con las otras manadas que se había perdido la cena todas las noches de esta semana. Además, estaba tratando de resolver los problemas de seguridad en la frontera, por lo que madrugaba todas las mañanas. La mayoría de los
"Esos dos", gruñó mamá Iida en voz baja. "¿Qué hizo Gabe cuando se lo dijiste?" "No se lo he dicho", la corregí. "¿Por qué no?" Parecía sorprendida y eso me hizo sentir estúpido. "No tengo ninguna prueba. Les he oído hablar de ello, pero..." "¿Por qué necesitas pruebas?", preguntó ella. "Tu pala